La
Filosofía en Agustín de Hipona, Isidoro de Sevilla, Al-Kindi y Avicena
1.
Bibliografía
·
ABBAGNANO, Nicolás: Historia de la Filosofía volumen 1:
Filosofía antigua, Filosofía patrística, Filosofía escolástica (trad. Juan
Estelrich, J. Pérez Bastellar), Hora S.A., Barcelona (1994)
·
ABBAGNANO, Nicolás: Historia de la Filosofía volumen 2:
La filosofía del Renacimiento, La filosofía moderna de los siglos XVII y XVIII (trad. Juan
Estelrich, J. Pérez Bastellar), Hora S.A., Barcelona (1994)
·
AGUSTÍN DE HIPONA: Ciudad de Dios (Obras completas XVII), Capanaga (1958)
·
AL-JWARIZMI: Las llaves de las ciencias, G. Van Vloten,
Leiden (1895)
·
AL-KINDI: Obras filosóficas de Al-Kindi
(trad. Rafael Ramón Guerrero, Emilio Tornero Poveda), Coloquio, Madrid (1986)
·
ARISTÓTELES: Ética a Nicómaco (trad. José Luis Calvo
Martínez), Alianza Editorial, Madrid (2014)
·
ARISTÓTELES: Metafísica (trad. María Luisa Alía
Alberca), Alianza Editorial, Madrid (2014)
·
ISIDORO DE SEVILLA: Etimologías, Biblioteca de Autores Cristianos (2004)
· MARTÍN
PRIETO, PABLO (2005): Isidoro de Sevilla frente a los límites del
conocimiento: etimología, astrología, magia, Temas Medievales, n.1, Buenos
Aires enero-diciembre 2005
·
PLATÓN: Diálogos (trad. Mª Isabel Santa Cruz, Álvaro
Vallejo Campos, Néstor Luis Cordero), Gredos, Madrid (1988)
·
Sagrada Biblia (trad. Eloíno Nacar Fuster, Alberto
Colunga, Gaetano Cicognani), La Editorial Católica, Madrid
2.
Agustín de Hipona
Agustín nació en Argelia fruto de la unión de
un pagano y una cristiana. Estudió estudió retórica en Madaura y Cartago y su
precocidad lo llevó a desde muy joven ocupar cátedras en África. Más tarde se trasladó
a Roma y posteriormente Milán. Con la edad surgió en él un interés por la
verdad, hecho que puso a Agustín en el camino de la vida filosófica. En el 386
se convirtió al cristianismo y comienza a escribir, siendo sus obras más
destacadas La ciudad de Dios y
Confesiones, una autobiografía.
En el pensamiento agustiniano, de carácter
marcadamente antifuncionalista, se observan influencias del maniqueísmo, del
platonismo y del obispo de Milán cuando Agustín viajó a la ciudad: San
Ambrosio. De hecho, fue por la influencia de San Ambrosio que Agustín cambió su
concepción del cristianismo, que hasta ese momento era la e una religión de
gente sencilla y comenzó a ver la compatibilidad de cristianismo y cultura.
3.
Isidoro de Sevilla
Isidoro de Sevilla nació alrededor del año
570 y falleció en el año 636. Sus obras suministraron de material a las
escuelas abaciales y episcopapales, en las que se formaban los clérigos. Estas
obras tenían el carácter de compilación, ya que no destacaban por una especial
unificación sino por su yuxtaposición, y entre estas obras destacan De natura rerum, De ordine creaturarum, Sententiae y su obra más
relevante: Etimologías. Esta última
obra se compone de veinte libros y precisamente uno de ellos constituye el
objeto de este trabajo. En ellos Isidoro condensa todo el saber del pasado
independientemente de su índole, y por ello hay tanto cuestiones gramaticales
como agrícolas, siendo estas primeras las más destacadas.
Isidoro recoge testimonios de distintos
autores clásicos y de los Padres de la Iglesia, especialmente San Gregorio el
Magno. La importancia de las Etimologías
radica en que permitieron legar a las generaciones intelectuales sucesivas la
ciencia antigua.
4.
Al-Kindi
Al-Kindi fue
el primer filósofo musulmán explícitamente relacionado con la filosofía griega.
Natural de Bagdad, donde murió en el año 873, escribió filosofía, matemáticas,
astronomía, medicina, política y música. Destaca por ser uno de los autores a
quien el califa Al-Mamún encargó la traducción de las obras de autores griegos,
principalmente Aristóteles. No es casualidad, por lo tanto, que Al-Kindi se granjeara
por sus numerosos comentarios aristotélicos el apodo de el Filósofo.
5.
Avicena
Ibn-Sina o Avicena, este segundo para la
escolástica latina, fue un médico precoz de origen persa. Pasó por distintas
ciudades como curandero para finalmente instalarse en Ispahán como secretario
del príncipe, a quien acompañaba en numerosas expediciones.
Precisamente, en el año 1037 cuando Avicena
acompañaba al príncipe a una expedición a la ciudad de Hamadan a los cincuenta
y siete años de edad enfermó y murió. La actividad intelectual de Ibn-Sina no
se reduce al campo de la sanación, sino que también destinó su intelecto a
cultivar la filosofía, entre otros saberes. Su Canón de medicina destaca como su obra más célebre por su
relevancia en el plano de la medicina medieval, aunque como obras filosóficas
son reseñables el Libro de la curación
o el Libro de la liberación. Además
de la medicina, el gran legado de Avicena fue su traducción de prácticamente la
totalidad de la obra aristotélica, ya que antes de llegar a Occidente sus
traducciones solo había constancia de la lógica.
6.
Distintas concepciones de Filosofía
6.1.
La Filosofía en Agustín
Agustín recurre a Platón para la explicación de qué sea la
filosofía para reinterpretar su legado y acercarlo a la teología. Agustín
declara que la filosofía se divide en tres ramas: la física o natural, la
lógica o racional y la ética o moral. Para engranar su explicación Agustín afirma
que Sócrates, maestro de Platón, fue el primero en orientar la filosofía hacia
la rama ética o moral, y que antes los filósofos solo se interesaban por la
rama físico natural (los filósofos peri
physeos).
Sin embargo, Agustín distingue partes en el estudio de la
sabiduría, una activa y otra contemplativa: la primera trata el gobierno de la
vida y la formación de las costumbres y la segunda las causas de la naturaleza
y la verdad en sí. Agustín atribuye a Platón el haber logrado la unión de la
parte activa y la contemplativa para el perfeccionamiento de la filosofía, que
posteriormente divide en tres partes: moral, que se encuentra en la acción;
natural, dedicada a la contemplación; y racional, cuya razón es el conocimiento
de la verdad. Esto permite a Agustín conectar la concepción de la filosofía con
la teología, ya que afirma que Dios es la causa de la subsistencia, la razón de
la inteligencia y la ordenación de la vida, que precisamente se corresponden
con la parte natural, racional y moral, respectivamente. Es por ello que
Agustín se siente legitimado para afirmar que sabio es aquel que “imita, conoce y ama a este Dios cuya
participación lo hace feliz”. De hecho, Agustín reconoce que nuestra naturaleza
se da por tener a Dios como autor, por lo que Él será el maestro para alcanzar
la verdad y la felicidad. En conclusión, vemos que esta concepción de la
filosofía es de marcado carácter teológico.
6.2.
La Filosofía en Isidoro
Isidoro de Sevilla es más conciso y define la filosofía como el “conocimiento de las cosas humanas y
divinas, acompañado del deseo de llevar una vida irreprochable”. A primera
vista, la definición parece comprender tanto el plano epistemológico de la
antropología y la teología como el plano de la moral. La definición de Isidoro
continúa de manera sistemática ya que realiza una extensa clasificación. Acepta
la formación morfológica de la palabra como amor
a la sabiduría y la divide en tres: natural o física que estudia la
naturaleza, moral o ética que trata las costumbres y racional o lógica que se
hace cargo del modo en que se busca la verdad en los principios de las cosas y
las costumbres de la vida.
Recuerda como Platón dividió la física en cuatro: aritmética,
geometría, música y astronomía; y también como Sócrates, el primero en aplicar
la ética a la corrección y arreglo de las costumbres, dividió la moral en las
cuatro virtudes del alma: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. No se
olvida tampoco de la lógica o filosofía racional, destinada al estudio racional
del fundamento de las cosas y las costumbres. La lógica, a su vez, se compone
de dialéctica y retórica. Isidoro también cita otras definiciones de filosofía
l: “La filosofía es el arte de las artes
y la ciencia de las ciencias” o “La
filosofía es la meditación sobre la muerte”, esta última de utilidad para
el dogma cristiano. Siguiendo estas definiciones Isidoro realiza nuevas
clasificaciones, dividiéndola en una parte especulativa y otra práctica.
La primera se refiere a aquello que podemos observar con la mente
elevándonos por encima de lo visible, y la segunda es la que adopta las cosas
propuestas a su forma de obrar. La parte especulativa se subdivide en un
apartado doctrinal, uno natural y otro divino; y la otra en un apartado moral,
uno doméstico y otro civil. Por último, en el apartado doctrinal Isidoro
distingue cuatro subapartados: la aritmética, la música, la geometría y la
astronomía. Con todo es evidente que la definición de Isidoro se desmarca de la
agustiniana en tanto que una se centra más en el objetivo de la filosofía para
conectarla con Dios y otra presta atención al carácter sistemático y abarcador
de la disciplina.
6.3.
La Filosofía en Al-Kindi
Al-Kindi también es conciso y define filosofía como el “conocimiento de las cosas en su realidad,
en la medida de lo posible del hombre”, y es así ya que el propósito del
filósofo al conocer es alcanzar la verdad, y al actuar lo es el obrar conforme
a la verdad. Al-Kindi habla de la relación entre las causas y los efectos
otorgándole la primacía a la primera, y es por ello que considera que el
conocimiento de la Verdad Primera, que es la causa de toda verdad, es la rama
más importante de la filosofía: la Filosofía Primera.
Considera Al-Kindi evidente que ningún hombre obtiene la verdad
por sí solo, pero si se reúne el conocimiento de todos aquellos que la buscan
se logrará conocer una parte valiosa de esta. Insiste en que ningún hombre
podría en una vida reunir el saber que muchos han acumulado durante siglos, y
por ello cita a Aristóteles, a quien destaca sobre los otros filósofos griegos:
“Debemos dar las gracias a los padres de
quienes han aportado algo de verdad, puesto que son causa de que estos hayan
existido; tanto más a quienes han nacido de ellos, puesto que los padres son
causa de los hijos, pero estos son causa de que obtengamos la verdad” (Met.,
II, 1, 993b 11-19).
Al-Kindi afirma que todo aquel que porta la verdad se ennoblece,
por lo que no se debe menospreciar ni humillar a aquel que porte la verdad sea
de otra raza o pueblo, pues nada hay por delante de la verdad para aquel que
busca la verdad. Esta definición de Al-Kindi es puramente epistemológica, se
centra en la verdad como objetivo de la filosofía y de ella deriva distintas
disposiciones.
6.4.
La Filosofía en Avicena
Avicena define la filosofía como un arte teórico que permite al
hombre adquirir la percepción de lo que es la totalidad del ser en sí mismo y
de lo que su acción debe necesariamente obtener para que su alma se ennoblezca,
se perfeccione y se prepare en el mundo existente para la felicidad suprema
alcanzable por la capacidad humana. Avicena divide la disciplina en dos partes,
una puramente teórica y otra puramente práctica.
La primera tiene como objetivo la obtención del conocimiento
cierto del estado de los seres cuya existencia no depende de la acción del
hombre, y cita como ejemplo la búsqueda de una opinión como ocurre en la
astronomía o la teología. La parte restante, la práctica, tiene como fin en
este caso la adquisición de una opinión verdadera sobre algo que el hombre ha adquirido
con el objetivo de obtener con ello un bien, es decir, busca una opinión
interesada: una opinión con vistas a una acción. Avicena sintetiza los fines de
las distintas partes así: la filosofía teórica se ordena conforme a la
obtención de la verdad, y la práctica hace lo propio en aras a alcanzar el
bien. Esta definición de Avicena es probablemente la más concluyente, pues
delimita dos campos distintos con objetivos diferenciados dentro de una misma
disciplina de manera concisa y congruente.
7.
Consideraciones sobre las definiciones
Las cuatro definiciones comparten similitudes
pero también presentan diferencias específicas. Una de las diferencias, por
ejemplo, la encontramos en Avicena, cuya definición es la única que no se
apoya, al menos explícitamente, en la doctrina de los grandes filósofos
antiguos Platón o Aristóteles. Como matiz a esto último cabe decir que Avicena
ha pasado a la historia como uno de los grandes traductores de Aristóteles, por
lo que aunque no lo mencione es muy defendible la influencia del estagirita
sobre su pensamiento. Por lo tanto, la primera característica común que se
puede sostener a la hora de relacionar las definiciones es el modo en que
evocan los modelos de pensamiento platónico y aristotélico.
Una observación se puede realizar en lo
referente a la Filosofía según Agustín, ya que es el único que vincula la
consecución de la obtención de la verdad y la felicidad con la figura de Dios,
a diferencia de Al-Kindi que se centra en la capacidad del hombre para
encontrar la verdad o Avicena, que también se centra en la verdad y se pregunta
por el bien. Llama la atención también que solo un autor, Isidoro de Sevilla,
recurra a la definición de filosofía como amor
a la sabiduría como por ejemplo si hicieron otros autores islámicos como
Al-Jwarizmi (Las llaves de las
ciencias, G. Van Vloten, Leiden (1895), pp 131-132). Destaca Al-Kindi
por ser el único que no divide la disciplina de la filosofía, ya que tanto
Agustín, Isidoro y Avicena distinguen distintos apartados dentro del estudio de
la filosofía. Sobre esta cuestión el que más se explaya es Isidoro,
probablemente por la naturaleza sistemática y clasificadora del tratado que
contiene la definición.
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