martes, 9 de mayo de 2017

Recensión - Monarquía

1.   Información bibliográfica
·     ABBAGNANO, Nicolás: Historia de la Filosofía volumen 2: La filosofía del Renacimiento, La filosofía moderna de los siglos XVII y XVIII (trad. Juan Estelrich, J. Pérez Bastellar), Hora S.A., Barcelona (1994)
·     ALIGHIERI, Dante (1304-1321): La Divina Comedia (trad. Bartolomé Mitre), Centro cultural Latium, Buenos Aires (1922)
·     ALIGHIERI, Dante (1313): Monarquía (trad. Laureano Robles Carcedo, Luis Frayle Delgado), Tecnos, Madrid (1992)
·     ARISTÓTELES: Acerca del alma (trad. Tomás Calvo Martínez), Gredos, Madrid (2003)
·     ARISTÓTELES: Ética a Nicómaco (trad. José Luis Calvo Martínez), Alianza Editorial, Madrid (2014)
·     ARISTÓTELES: Política (trad. Carlos García Gual, Aurelio Pérez Jiménez), Alianza Editorial, Madrid (2015)
·     BOECIO, Severino (524): La Consolación de la Filosofía (trad. Pedro Rodríguez Santidrián), Alianza Editorial, Madrid (1999)
·     MARSILIO DE PADUA: Sobre el poder del Imperio y del Papa (El defensor menor y La transferencia del Imperio, (trad. Bernardo Bayona, Pedro Roche), Biblioteca Nueva, Madrid (2004)
·     PLATÓN: Parménides (trad. Mª Isabel Santa Cruz, Álvaro Vallejo Campos, Néstor Luis Cordero), Gredos, Madrid (1988)
·     Sagrada Biblia (trad. Eloíno Nacar Fuster, Alberto Colunga, Gaetano Cicognani), La Editorial Católica, Madrid

2. Autor
Dante Alighieri es un poeta universalmente conocido por ser autor de la Divina Comedia y por su labor junto a, entre otros, Giovanni Boccaccio y Francesco Petrarca en el enriquecimiento del dialecto toscano y su uso como lengua literaria que a posteriori contribuyó enormemente en el desarrollo del actual italiano.

Dante nace en Florencia alrededor del año 1265, época políticamente convulsa por la guerra entre güelfos y gibelinos y los conflictos en los que se inmiscuía el Papa en exhibición de su ambición abarcadora de territorios en nombre de los Estados Pontificios. Es reseñable en este momento ilustrar que Monarquía fue un libro prohibido por la Iglesia por sus ideas, como la separación del orden temporal y espiritual. A causa de la ocupación militar en Florencia siguiendo órdenes papales Dante hubo de exiliarse y viajó por distintas ciudades, para finalmente fallecer en Rávena a causa de la malaria a los 56 años. Sus restos fueron sepultados precisamente en Rávena y allí permanecen en la actualidad, a pesar de los intentos de las autoridades florentinas de recuperar a uno de sus más ilustres ciudadanos para que continúe su reposo en su ciudad natal. Por esta razón, la tumba destinada a Dante en la basílica de Santa Cruz sigue vacía bajo una inscripción que reza “Honrad al más alto poeta”

 Monarquía (del latín De Monarchia) fue escrita alrededor de 1313 mientras Florencia era sitiada por Enrique VII de Luxemburgo. Dentro de la cronología dantesca Monarquía se sitúa después del tratado De vulgari eloquentia, obra que Dante utilizó para analizar la lengua vernácula junto con su origen y correspondiente filosofía; y antes del Paraíso, la cúspide y tercera parte de la obra total del florentino, la Divina Comedia. En el momento de escribir Monarquía será muy notorio que Dante ansiaba una paz universal. A fin de enriquecer su abanico argumental Dante cita asiduamente distintos tratados del Filósofo, como Ética a Nicómaco o De anima.

3.   Ideas principales
Monarquía se compone de tres libros, cada uno con un distinto tema y un total de cuarentaiún capítulos. Como introducción Dante evidencia que, a pesar de la utilidad de la Monarquía, esta es vagamente conocida, por lo que perseguirá dar a conocer qué sea la Monarquía. Dante se hará cargo de la cuestión contestando tres preguntas: ¿es necesaria la Monarquía para el bien del mundo? ¿se atribuyó el pueblo romano el gobierno monárquico conforme al derecho? ¿depende la autoridad del Monarca directamente de Dios o hay un intermediario?

Libro I - ¿Es necesaria la Monarquía para el bien del mundo?
Dante comienza definiendo cual es su modelo ideal de Monarquía o Imperio (también es llamada así): “es aquel principado único que está sobre todos los demás en el tiempo o en las cosas medidas por el tiempo” (Monarquía. I, II). A lo largo de este primer libro el florentino aporta diez argumentos, a su juicio irrefutables, para defender la necesidad de la Monarquía temporal.

           Dante distingue las realidades sobre las que podemos actuar y las que no, y como ejemplo de las primeras destaca el arte de la política. En la política es el fin lo que determina la acción, por lo que definir el fin de la sociedad civil universal es requisito necesario para defender las acciones en aras a su consecución. Al afirmar que “ni Dios ni la naturaleza hacen nada superfluo” (Monarquía. I, III) Dante introduce un finalismo en la naturaleza humana. Este fin, que se relaciona con la facultad intelectiva exclusiva del hombre, es la paz universal.

Habiendo establecido el fin Dante argumenta cómo alcanzar nuestra perfección como género humano. Comparte con Aristóteles que cuando un conjunto de cosas se dirige hacia un fin común lo más conveniente es que una gobierne y el resto sea gobernada, igual que el paterfamilias en la casa, el alcalde en la aldea y, en este caso, el Monarca en el mundo. Dante también incide en la relación del todo con las partes al considerar que un poblado es tal cosa en tanto que participa de algo superior: la Monarquía. Sin embargo, el florentino se centra más en el orden del poblado, es decir, en el gobierno que a su vez es una parte de un gobierno más universal: el del Monarca único al que todos los demás órdenes deben subordinarse. Al final Dante acaba aplicando este silogismo del todo y las partes a la humanidad, que es parte de la totalidad del universo cuyo Monarca único es Dios, de lo que se deduce nuevamente la necesidad de un único Monarca a semejanza de la unicidad de Dios para alcanzar un correcto orden del mundo.

También son clave las Sagradas Escrituras para argüir la exigencia de la Monarquía por el bien del mundo. Recuerda Dante citando la Biblia “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gén. 1, 26) la semejanza con Dios, pero esta se da en mayor grado en tanto que los hombres son más uno, y el mayor grado de unidad solo se da mediante el sometimiento total a un único príncipe: el Monarca, cuya necesidad recae también en su función de agente dirimente de litigios entre príncipes menores por su suprema autoridad. Dante hace uso de la justicia y la libertad con el mismo objetivo. La justicia permite un mejor orden en el mundo, pero se oponen a ella los apetitos, defecto del que precisamente carece el Monarca al no desear nada mas que los hombres vivan bien, ergo su existencia es diligencia para el correcto funcionamiento del mundo. Sobre la libertad, “el mayor don hecho por Dios a la naturaleza humana” (Monarquía. I, XII), Dante afirma que se experimenta en mayor grado bajo la autoridad del Monarca, ya que no hay libertad con gobernantes inmorales.

El Monarca también debe serlo por ser quien se conduce a sí mismo de la manera más óptima, ergo será el que mejor impregne al resto de su modo de obrar. Comparte Dante con Aristóteles la caracterización de lo superfluo como malo, pensamiento que lo lleva a defender la perfección del gobierno de uno como medida para la multiplicidad de leyes de los distintos reinos, fruto de incesantes conflictos. Además, al identificarse la unidad con la bondad es necesario un gobernante que sea guía de la voluntad de los mortales, para que estos avancen en grupo concordemente logrando la unidad. El único lugar en la historia donde Dante encuentra esta perfecta Monarquía fue con Augusto, con quien se dio la paz universal.

Libro II - ¿Se atribuyó el pueblo romano el gobierno monárquico conforme al derecho?
La idea de encontrar la verdad sobre esta cuestión es lograr que los pueblos gobernados por príncipes, que se atribuyen a sí mismos sin conformidad al derecho gobiernos monárquicos siguiendo el modelo romano, se vean libres del yugo opresor de creer en la no conformidad al derecho romana. Para Dante el derecho es bueno y la voluntad divina, y argumentará en este segundo libro apoyándose en la razón humana y la verdad divina.

Dante es del pensamiento que al pueblo más noble le corresponde preceder a los demás, y este pueblo es justamente el romano por correr por sus venas la sangre de Eneas y de todas las partes del mundo. También es Roma un Imperio conforme al derecho por haber sido favorecida con milagros, ya que todo lo querido por Dios es favorecido por este para su perfección, y ejemplo de ello son, entre otros, el ganso que alertó de la presencia los galos o la tormenta de granizo que azotó a las tropas de Aníbal. Durante la lectura se percibe cómo todo el que busca el bien de la república busca el derecho como fin, y siendo el fin de la sociedad el bien común necesariamente este será el fin a su vez de todo derecho, siendo imposible que esto sea de otra manera; de lo que se deduce que la ley solo es tal al estar orientada al bien común de quienes se dirige. Dante encuentra prueba suficiente en las gestas del Imperio Romano durante la conquista del orbe de la tierra, y para ello evoca la labor del Senado y de los magistrados y de algunos particulares, como Cincinato o Marco Catón.

Dante manifiesta que algunos hombres han nacido para gobernar al igual que otros lo han hecho para ser gobernados y extiende esta concepción a los pueblos, es decir, algunos pueblos han nacido para mandar y otros para obedecer; siendo aquel pueblo destinado al gobierno el romano. Dante realiza una distinción entre los distintos modos en que puede darse el juicio divino. A algunos de ellos llega la razón humana por sí sola y a otros lo hace con ayuda de la fe, aunque existen unos juicios ocultos solo alcanzables mediante la concesión de una gracia especial, que puede ser una simple revelación o una revelación por arbitraje. Estas últimas a su vez se subdividen en revelaciones por colisión de fuerzas o duelo y revelaciones por competición.

           Sobre los últimos tipos de revelaciones Dante narra el triunfo de Roma en la competición por el Imperio por juicio divino, ya que también hubo otros que lo intentaron pero sin éxito: Nino y Semíramis, Vesoges, Jerjes, Alejandro… Dante recurre a San Lucas, “Salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo” (Lc. 2, 1), para concluir que la jurisdicción universal del mundo le corresponde a Roma. Sobre la revelación por duelo Dante afirma que lo que se obtiene es conforme al derecho siempre y cuando sea como último recurso para salvar la justicia, lo que se debe a que los requisitos formales del duelo implican un mutuo acuerdo en nombre de Dios en busca de la justicia, ergo Dios está presente y no permitirá la derrota del bando de la justicia, siendo esta la razón de la victoria romana sobre los demás pueblos.

           El florentino aporta argumentos de fe cristiana cuando hace evidente que afirmar la no conformidad al derecho del Imperio Romano es igual a la afirmación “Cristo al nacer aceptó la injusticia”, que todo creyente admitirá falsa. Además, Cristo quiso nacer bajo edicto de la autoridad romana, pues entre todos los pueblos de los distintos tiempos el romano era el más justo, ergo es conforme al derecho. De hecho, si el Imperio Romano no fuese conforme al derecho no hubiera estado capacitado jurisdiccionalmente para castigar a Cristo por el pecado de Adán. Como broche final al segundo libro Dante insta a los cristianos a dejar de censurar al Imperio Romano, ya que como acaba de mostrar Cristo lo aprobó tanto al principio como al final de su vida.

Libro III - ¿Depende la autoridad del Monarca directamente de Dios o hay un intermediario?
Dante encadena su argumentación desde el siguiente principio: Dios no quiere aquello que repugna la intención de la naturaleza. Ahora Dante pretende esclarecer la verdad para dirimir el litigio que lleva a las personas a defender cosas falsas, y se refiere a tres tipos de hombres que se oponen a la verdad que defiende: el Papa y quienes por celo de la Iglesia lo siguen, quienes nacidos del diablo habitan en el seno de la Iglesia cuestionando verdades sacras y los decretalistas, que defienden que el fundamento de la fe son las tradiciones de la Iglesia. La búsqueda de la verdad dantesca solo se dirige al primer grupo.

Dante refuta a estos hombres por su alegoría del Sol y la Luna de la Génesis, mediante la cual deducen que el orden espiritual y temporal se encuentran en una relación de subordinación al recibir el reino temporal toda autoridad del reino espiritual, en tanto que toda luz de la Luna proviene del Sol. Para Dante es claro el carácter erróneo del silogismo por el motor propio y la luz emanada por la Luna en los eclipses, aunque acepta la mayor eficacia del orden temporal cuando recibe ayuda del espiritual. Durante el transcurso de este tercer libro Dante niega el silogismo mediante el cual el Papa puede deponer al Monarca temporal en virtud de aquello mismo que hizo Samuel con Saúl por mandato divino. Dante muestra como el círculo del Sumo Pontífice arguye que este es vicario de Dios al igual que Samuel, a lo que Dante refuta aclarando que Samuel no era más que un nuncio; y, en el caso de llegar a ser vicario de Dios, el Papa jamás tendría su misma autoridad.

           El florentino tacha de ilícito hacer cosas contrarias al oficio de uno y por ello censura la donación de Constantino a la Iglesia tras la cura de su lepra en tanto que, como Emperador, su función es mantener el Imperio unido, y donar una parte sería separarlo. A esto añade que por precepto de San Mateo, “no os procuréis oro, ni plata, ni cobre sobre vuestros cintos, ni alforja para el camino” (Mt. 10, 9-19), la Iglesia no puede recibir bienes temporales más que por patrocinio, y de ninguna manera en calidad de propietaria.

Dante también reprueba a aquellos que defienden la autoridad del Imperio como obra de la autoridad de la Iglesia al demostrar que el Imperio tuvo su autoridad y existencia antes que esta apareciera. Para argumentar la procedencia directa de Dios de la autoridad del Monarca Dante divide al hombre en cuerpo y alma, respectivamente corruptible e incorruptible. Esto conlleva un doble fin del hombre y para ello han de existir dos guías: el Emperador y el Papa.
De esta manera resulta evidente que ambos son necesarios al proceder su autoridad de la voluntad divina. Como apunte final Dante, a pesar de haber negado la supremacía total del poder espiritual sobre el temporal, sí considera que el Emperador debe reverenciar al Sumo Pontífice en tanto que la felicidad mortal se ordena a la inmortal.

4.   Conclusión
Dante aporta en De monarchia numerosos argumentos para defender tanto la secularización del Estado como la necesidad de un Imperio de probado origen divino. La obra permitió fundamentar una disminución de la autoridad eclesiástica, razón suficiente para que la Iglesia prohibiese Monarquía. Por los argumentos dados Dante también facilita la defensa de la primacía histórica del Imperio Romano y siembra el germen del sustento ideológico de las grandes monarquías absolutas de los siglos XVII y XVIII.

La razón personal para la elección de este texto se debió a mi interés en la obra dantesca por haber leído extractos de La Divina Comedia y libros relacionados. Encontrar un tratado en prosa de tanta calidad lingüística ha sido muy grato y a razón de ello he recomendado a distintos compañeros la lectura. Considero que la relación entre Iglesia y Estado es aun a día de hoy un tema candente, tal vez en distinta manera, pero todavía Monarquía puede constituir una lectura de interés para cualquier persona interesada en la relación de los órdenes temporal y espiritual, el modelo de la monarquía absoluta o la historia de Roma.




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